Los diferentes personajes que nos presenta Javier Chaile
se muestran pasionales, tensos,
crispados en cada acción por una fuerza sobrenatural.
Libres de todo juicio, desplegando malabares,
escondiéndose detrás de antifaces.
Javier describe de manera irónica una serie de caracteres que son más plásticos que humanos,
seres abstractos, que pueden pertenecer a una realidad cercana o imaginada.
Javier Chaile
crea personajes que nos enfrentan seduciéndonos.
De manera acordada se puede ver lo que no se desea.
Son una extensión de nuestros deseos:
reflejo de luces y sombras que resultan propias.
Como en un carnaval, actores, bufones y algunos demonios terrenales
se presentan en la obra de Javier Chaile
en la piel de personas comunes y corrientes.
Teatrales, las escenas se continúan dispares y anecdóticas,
cotidianas y surreales, una danza de representaciones constante.
Con un lenguaje plástico variado,
Javier Chaile escribe un guión que puede pasar desapercibido en el contexto visual.
Nos propone la elección de cambiar el presente,
en última instancia decidiremos ser o continuar actuando?





















