El taller de Luis López fue activo y concurrido durante toda la década de los setenta y hasta bien entrados los noventa. Allí recalaron con fluidez artistas, fotógrafos, escritores y amantes de las artes y las tertulias constructivas, charlas y encuentros que hacían de la vida un oasis…allí se valoraba un arte genuino…
Francisco Hernández, íntimo amigo de Luis López.
Desde lo imprevisible,
construyendo ideales que toman forma en estructuras del corazón,
surge la obra de Luis López, que es un canto desde el alma.
Para trascender, hace falta recorrer un camino espiritual,
a través de la creación.
Meraki es una palabra de origen griego que designa todo lo que una persona
crea con pasión, poniendo en ello su corazón.
La obra de Luis López trataba de eso,
de expresar con pasión más allá de los límites,
compartiendo su sabiduría, sin otra intención que difundir su sentir.
Recuerdo verte Luis, puro y cristalino, como siempre. Pleno y libre. Silencioso como el rumoroso sauce a la vera de un río caudaloso y refrescante…Siempre te presiento Luis López, intentando develar otro Universo.
Francisco Hernández

Luis López creaba apasionadamente, sin coordenadas fijas, guiándose sólo por su instinto.
La obra brota por sí misma sin más reflexión que el ser.
Su personalidad va figurándose a tiempo con la obra que surge
y el espíritu evoluciona,
mientras que la creación va madurando.

El resultado de este proceso es la unión total
del artista con su obra, dejando en ella, partes de sí mismo.
Luis López en cada aspecto de este recorrido pictórico, deja huellas individuales,
que unen emoción y observación, con una identidad propia.
Luis López, te recuerdo con tus barbas encanecidas y tu sayo salpicado de infinitos colores nuevos. Tu vida era puro presente, como cuando traías un ramo de colores intensos entre tus dedos, para repartir matices sin reservas, entre amigos y alumnos. Ver allí nacer pinturas puras y candorosas.
Francisco Hernández

Cada objeto, cada trasto, tenía allí un pasado preciso y evocador de artistas y amigos que pasaron dejando obras de sus mejores tiempos.
Francisco Hernándes acerca del taller de Luis López

Trazando camino desde lo exterior hacia el interior del sentimiento,
perdiéndonos en el laberinto.
Luis lograba develar lo esencial, conectando con la obra desde su contenido.

Luis nos legó su Meraki,
a la manera de un espíritu inspirador nos guía y
ha guiado alumnos y colegas para entender lo más importante,
lo que ya es invisible a la mirada, descubriéndonos la verdadera motivación de la creación.
En aquel misterioso taller en donde reinabas como un maestro no impuesto, traías un azul talo profundo, un rojo carmín apasionado, otro amarillo como los infinitos trigales de Tandil, amarillos desafiantes como los girasoles de Van Gogh, y siempre tus manos blancas y abiertas
Francisco Hernández